En el altiplano de La Paz -Bolivia- encontraron una huella humana petrificada de hace 10 a 15 millones de años. El análisis de la huella determinó -en diciembre del 2007- que se trata de una pisada humana de una persona adulta "con estructura ósea ya osificada", de 1,70 a 1,75 metros de estatura con un peso de unos 70 kilos, "de contextura física robusta". "La huella presenta cinco dedos y de acuerdo a lo que se puede observar los pulpejos de cada uno de los dedos son bastante robustos, presentando cada uno de ellos una ubicación correcta por lo cual la huella plantar nos da a conocer que existía un buen abanico de tracción y una buena bipedestación", señala el informe del podólogo Guillermo Lazcano. Otro dato del análisis podológico indica que "se puede observar que dicha huella plantar tiene una tendencia de pie precavo, vale decir un empeine alto", además, que "por el ancho de la huella plantar el individuo no utiliza calzados", deduciendo que "camina en terreno o superficies no uniformes" como rocas, grava y arena, entre otras.
Otros estudios establece que la impronta en roca sólida "pertenece a una cadena rocosa de una antigüedad mayor a los 7 millones de años". Por la perfección anatómica de esta huella fue posible observar la posición adelantada que tiene el segundo dedo respecto a los demás, una característica que en términos antropológicos es visible en grupos andinos actuales y de la antigüedad".
Este hallazgo fue presentado por la “Comunidad Internacional de la Sabiduría Ancestral” (Wiñáytaypiqala). Esta huella, conocido como “la pisada del Inka”, está ubicado en Sullkatiti Lawaqullu y fue descubierto por Fanny Pimentel.
Por su parte los arqueólogos egipcios encontraron una huella humana que “podría ser de hace 2 millones de años”.
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